viernes, 7 de noviembre de 2008

El mundo no es, el mundo está siendo.

Hoy, como ayer, somos testigos de la existencia de armas que son tan potentes como para arrasar una ciudad entera, no dejar rastro de vida e hipotecar el futuro de las generaciones que están por venir. Para entender esto, basta con echar la vista atrás, mirar en la Historia, y ser conscientes del sufrimiento y la desgracia de poblaciones inocentes en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki.

El siglo XX ha sido la centuria que ha conocido el mayor desarrollo e implantación de la democracia, los derechos humanos y la igualdad entre los seres humanos a lo largo del mundo (siempre con alguna excepción en algunas zonas por ejemplo España), pero también vió y padeció los regímenes totalitarios y dos guerras mundiales.

El Ser Humano es capaz de hacer grandes cosas que le lleven a al progreso, a conocer algo que está ahí pero de lo que no es consciente, en campos como la física, la medicina, la psicología, etc., pero también ocurre lo contrario, es decir, utilizar el progreso al que antes me refería para hacer retroceder a la humanidad en cuanto especie racional. La pólvora fue utilizada para goce artístico en China, pero se terminó usando para fines bélicos, la energía nuclear, puede proporcionar energía a núcleos de población, pero acabó utilizándose en la guerra, la biología puede descubrir el enigma humano pero también puede crear armas biológicas que en manos terroristas desencadenen una terrible tragedia, etc.

A pesar de todo esto, hay un rayo para la esperanza, pues hay un arma que es más poderosa que las bombas, este arma es la educación. La educación es el elemento que hace libre al Ser Humano, le permite crear, perfeccionar, saber. De esto se dio cuenta Lao-Tsé hace la friolera de dos mil quinientos años al afirmar "Si das pescado a un hombre hambriento, le nutres una jornada. Si le enseñas a pescar, le nutrirás toda la vida".

Es por eso, por lo que hay usar la educación, no para volver a tropezar en la misma piedra, sino para enseñar que se puede utilizar el avance humano para eso, para avanzar, no para utilizarlo contra otros, para ello hay otros mecanismos. Se debe comenzar por el futuro. Esta afirmación no es contradictoria si vamos más allá. El futuro son las generaciones que acaban de llegar o que lo harán y para que esto pueda realizarse, el papel del maestro es fundamental y así pensó Pitágoras de Samos "Educad a los niños y no será preciso castigar a los hombres".

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